Glucógeno (I): qué es y por qué lo llamamos el “combustible” del ciclista

¿Qué es el glucógeno?, se pregunta el experto en nutrición Chema Arguedas. La palabra suele asociarse a la glucosa y es común en el mundillo ciclista, ya que suele vincularse a los denominados “depósitos de combustible” del propio cuerpo. Ese combustible hace referencia al glucógeno: es la gasolina del organismo cuando este quiere forzar a su propio cuerpo y entrenar más fuerte.

El glucógeno, explica Arguedas, “es la forma en la que se almacena la glucosa a nivel muscular y en el hígado”. Al ingerir carbohidratos, la enzima amilasa, que se encuentra en la saliva y es la encargada de descomponer los almidones que contienen los carbohidratos, se activa. La amilasa persigue reducir los almidones de los carbohidratos en azúcares más simples.

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Por eso es tan importante masticar los alimentos lo más posible: se trata de un proceso que se detiene o ralentiza en el estómago (sobre todo cuando hemos ingerido proteína y grasa), y vuelve a reanudarse una vez que los alimentos ingeridos pasan al intestino delgado.

Una vez en el intestino, la misma enzima amilasa, pero esta vez segregada por el páncreas, sigue descomponiendo los almidones hasta generar glucosa. Es entonces cuando la glucosa es transportada hasta el hígado a través de la vena porta para su posible almacenaje o utilización. Este proceso en sí define lo que es glucógeno, y es fundamental para las reservas (“el combustible”) del cuerpo humano.

Adapta tu salida al viento
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Chema Arguedas ha elaborado una pequeña tabla con la relación de glucógeno en el cuerpo humano dependiendo de si se ha entrenado o no lo suficiente. Arguedas explica que “por cada 100 gramos de músculo no entrenado suele haber 13 gramos de glucógeno”. En cambio, cuando hemos entrenado bien, la relación suele ser de 32 gramos de glucógeno por cada 100 gramos de músculo. “Y si estás sobrecargado, suele haber de 35 a 40 gramos por cada 100 de músculo”. A nivel muscular, los depósitos son la reserva necesaria para ser utilizados al sobrepasar ciertos límites de intensidad.

Y es a partir del umbral aeróbico, es decir, la resistencia, cuando comenzarás a quemar glucosa, pero sin dejar de seguir quemando grasas. A mayor intensidad aumenta la proporción de glucosa que consume el músculo en detrimento de los ácidos grasos, sin que ello signifique que estés dejando de quemar grasa. Al quemar tanta glucosa hemos de echar mano del glucógeno para poder aguantar. “El combustible”, recuérdalo.

Ciclista,_Ferrol

Cuando al hacer un esfuerzo deportivo alcanzamos hasta el 80 % de la frecuencia cardiaca máxima, nuestros depósitos de glucógeno se agotan muy rápidamente. Dependiendo del nivel de glucógeno almacenado, al llegar a la hora y media o dos horas aproximadamente de entrenamiento, el vaciado de glucógeno en el organismo es total. Si esto sucede, la pájara puede acecharnos.

Jesus Roldan

Copywriter con experiencia y conocimiento en el mundo del ciclismo y sus diferentes variantes.

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