Templos del cicloturismo

Un templo es un lugar al cual los devotos acuden con respeto y veneración, uno de esos sitios que siempre recordarás cómo fue la primera vez que pisaste y lo que sentiste en aquel instante. Un templo cicloturista son aquellos lugares, especialmente puertos míticos, donde el ciclismo ha ido escribiendo páginas de gloria y que hoy se alzan ante ti, desafiándote, retándote, tentándote, para que intentes superarlos. Un templo del cicloturismo es especial por su paisaje, y por su dureza, también por su historia, por sus características de altitud o pendiente, por aquella etapa de hace 50 años o por haber sido descubierto hace cuatro días por el cicloturista más loco de tu zona.

La dureza del Mortirolo: un mito moderno

Un templo del cicloturismo es el sitio donde sientes un cosquilleo enorme al franquearlo y donde siempre, siempre, querrás hacerte una foto para que todos puedan ver que sí, tú eres uno de esos que pudo doblegarlo. En un tempo del ciclocturismo intentas memorizar todas cada una de las sensaciones, para poder rememorarlas más tarde, contárselas a tus compañeros de grupetta, sentirlas como si fueran tuyas en julio cuando veas a los profesionales pasar por allí. Un templo es ese sitio del que recuerdas el mordisco a la salida de una cursiva de herradura, la dureza del tramo de techos antiavalanchas o como la pendiente suaviza en alguna de sus revueltas. Recuerdas lo que pensaste al salir de la niebla y ver aquella tremenda rampa con nombre extraño que parece que nunca podrás superar, o la locura que te parecieron los cien primeros metros de adoquines nada más entrar en ese tramo mágico.

 

Un templo del cicloturismo siempre te parecerá un poco más duro de lo que realmente es, un poco más largo, un poco más bonito, la carretera será un poco más estrecha o más ancha o más serpenteante. Allí podrás estar siempre solo, contigo mismo y la montaña, o el bosque, o el cielo, aunque alrededor tuyo haya miles de otros cicloturistas, también solos, también en silencio, también e su basílica privada. Y tú estarás allí, intentando recordar, atesorando sensaciones para aquellas largas tardes de invierno, detrás de la ventana, viendo como llueve, o quizás como nieva. Y a lo mejor hasta salgas, dándote fuerzas a ti mismo, sólo para estar preparado en unos meses para volver a sentir lo mismo. Un mito del cicloturismo, un templo del cicloturismo, es uno de esos sitios que te dan ganas de besar, bajarte de la bici, arrodillarte ante ellos, y besar. Y tomar un café en la cima de ese col pirenaico, visitar las antiguas minas debajo del bosque adoquinado, intentar subir la tremenda rampa sin bajarte de la bici o visitar esa capilla que hay en la cima y donde se exponen bicis de Coppi y de Bartali.

Madonna del Ghisallo: lugar legendario en Lombardía

Un templo del cicloturismo es el Tourmalet, el Galibier, el Mortirolo, el Stelevio y los Lagos de Covadonga. Pero también lo es Arenberg, y el Kapelmuur, y el Madonna del Ghisallo, y los pequeños Escudo y Urkiola aquí en el norte. Eso es un templo del cicloturismo, y desde Marchas y Rutas estamos decididos a describirte todos los que podamos.

Jesus Roldan

Copywriter con experiencia y conocimiento en el mundo del ciclismo y sus diferentes variantes.

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