El Galibier por el Col du Telegraphe

Ayer te comentábamos cómo era la primera parte (pero vaya primera parte) de esta ascensión al coloso Galibier, uno de los gigantes de los Alpes. Pues bien, hoy intentaremos coronas este precioso col, y para ello empezaremos con la bajada del Telegraphe, donde lo dejamos hace unas horas.

Cinco kilómetros de bajada son lo que nos espera tras coronar Telegraphe. Una bajada de pedalear si queremos ir rápido, pero que nos permitirá descansar si vamos tranquilo, pues aunque es revirada nunca alcanza pendientes brutales. Pero al llegar a Valloire todo cambia. Desde aquí hasta la cima hay 18 kilómetros a casi el ocho por ciento de media.

Para empezar a la salida de Valloire encontramos dos kilómetros muy duros, con rampas sueltas de hasta el 10 por ciento y una media del seis por ciento, muy irregular, que da paso a otros tres kilómetros casi llanos. Después dos curvas de herradura, y el pueblo de Bonnenuit. Y el dolor.

Escenario mítico
Escenario mítico

Y es que al salir de Bonnenuit una rampa muy sostenida al 12 por ciento nos avisa de lo que nos espera más arriba. La zona es realmente majestuosa, un valle que se va cerrando cada vez más en la montaña, pero seguramente no podamos disfrutarla como es debido porque los kilómetros empiezan a pesarnos en las piernas.

Precisamente el paso por Plan Lachat es bastante definitivo en este sentido. De un lado porque tendremos el último respiro, de apenas unos cientos de metros hasta la cima. De otro porque allí empiezan los ocho kilómetros finales, los de pendientes más duras y los que siempre están por encima de los 2000 metros.

La salida de Plan Lachat es definitoria, puesto que nos pone ante cuatro herraduras casi consecutivas donde las rampas al once y doce por ciento son la regla general. Los kilómetros van cayendo de nuestro lado siempre con pendientes por encima del ocho por ciento, entre curvas de herradura, rampas sueltas durísimas y un paisaje desolador que tiene una extraña belleza. Asusta imaginar a los ciclistas de 1911 reptando por estas pendientes, en solitario, con la carretera sin asfaltar. Asusta y hace tener una admiración sin fina a aquellos hombres duros.

El último tramo es el más duro del puerto, con dos kilómetros finales que superan el diez por ciento, y una serie de herraduras enlazadas durísimas que nos sorprenden a más de 2500 metros de altitud, donde el aire ya escasea. Llegamos así a la antigua cima del Galibier, un túnel de unos cientos de metros que hace varias décadas sufrió un derrumbe, lo que motivó que la carretera se extendiera casi un kilómetro más arriba, con rampón al doce por ciento incluido, para terminar este formidable puerto.

En la cima habrá que abrigarse bien y disfrutar de la conquista de uno de los cols más legendarios del mundo. Y sobre todo tener mucho cuidado en la bajada, porque el viento es muy habitual y el esfuerzo y la altura pueden hacer mella en nuestros reflejos. Enhorabuena.

Jesus Roldan

Copywriter con experiencia y conocimiento en el mundo del ciclismo y sus diferentes variantes.

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